En nuestra cultura se ha dado a la actividad de jugar una limitación que no es del todo exacta: muchos lo consideran una cosa de niños, algo sin sentido, un simple pasatiempo, algo que se hace y es poco serio, y por eso han perdido esta fabulosa dimensión de la vida. Pero nada más lejano de lo que es el verdadero sentido del juego; porque el ser humano juega toda su vida o, cuando menos, debería hacerlo.
El juego en la infancia es indispensable: desde que el niño es pequeño y hasta la adolescencia se desarrolla a través de las más diversas actividades lúdicas. Jugar significa un modo de aprender: no es sólo una diversión, sino una preparación para la vida adulta.
El juego es una parte esencial del crecimiento de cada niño o niña que requieren hacer del movimiento la vía por donde se desarrollan sus músculos y sus extremidades adquieren coordinación; a través de los juegos ellos elaboran sus vivencias emocionales y practican los roles sociales que tendrán que desarrollar como adultos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario